DISCURSO MANTENEDOR FALLERA MAYOR DE VALENCIA 2011, ENRIQUE GARCIA ASENSIO

LA MECHA, FALLAS DE VALENCIA. RADIO CORAZON DIGITAL TV

DISCURSO MANTENEDOR FALLERA MAYOR DE VALENCIA 2011, ENRIQUE GARCIA ASENSIO

Buenas noches. 

Acudo agradecido a este acto de proclamación de la Fallera Mayor de Valencia 2011, como un valenciano ejerciente que ha tenido el privilegio de conocer y trabajar en las principales capitales de los cinco continentes y que siempre ha resaltado con orgullo su condición de valenciano y español. En función de mi trabajo, he tenido que asistir a decenas de fiestas, exaltaciones, homenajes, presentaciones y recepciones de todo tipo.

Esa experiencia que he acumulado en cerca de medio siglo como director de orquesta, es la que me permite afirmar que en todo el mundo no hay título, cargo o reconocimiento que pueda hacérsele a una mujer, comparable a su elección como Fallera Mayor de Valencia. Por eso, me parece natural que el acto de su proclamación se rodee de tanta solemnidad y se elija un entorno tan impresionante como este Palau de la Música.  Por eso, me resulta comprensible que Laura y toda su corte de honor estén ahora nerviosas e impacientes.

Y también por eso resulta razonable que a la celebración de este acto hayan querido acudir y estén presentes la Excelentísima Señora Alcaldesa de la ciudad de Valencia, el Presidente de la Junta Central Fallera, los miembros de la Junta, y muchas falleras mayores, presidentes de comisiones, altas autoridades de la ciudad y de la Comunidad, junto a quienes, sin cargo representativo, nos encontramos otros muchos que también sentimos Valencia y las Fallas como una imprescindible cita anual con la cultura, con el arte, con la Historia, con la espontaneidad, con el humor, con la belleza y, permítanme destacarlo, con la música que pone su apellido a este Palau.

Decía Friedrich Nietzsche que "Sin música, la vida sería un error", de donde podríamos deducir que la masiva presencia de la música en las fiestas falleras, hace que la vida sea un gran acierto.  Pero ya tendremos, más adelante, la oportunidad de referirnos a ello.

El hecho solemne que nos convoca es el de que, a partir de esta noche y de forma muy especial durante la segunda y tercera semanas de marzo, la vida de Laura Caballero Molina, junto a las de Paula Civera Moreno, Amparo Bresó Sapena, Tania Porta García, Paula Sánchez Torondel, Pilar Morillas Torresano, Rut Sánchez Casamayor, Sandra Polop Navarro, Beatriz Pons Mínguez, Susana Gavilá Nácher, Natalia Molins Giner, Paula Díaz Mas y Arantxa Escudero Asensi, quienes forman su Corte de Honor, va a estar repleta de alegrías y de obligaciones.

Todas vais a ser objeto de atención, curiosidad y seguimiento. Nada de cuanto hagáis, insinuéis, digáis o sugiráis pasará desapercibido. Se os observará con minuciosidad y se juzgará cada uno de vuestros gestos y cada uno de vuestros actos.  A cambio de esa presión social y personal que vais a experimentar, tanto tu, Laura, como tu Corte de Honor ocuparéis un lugar de privilegio en la vida de la ciudad y presidiréis los principales actos que se sucedan en Valencia.

Vosotras seréis el envidiado centro de atención en todas las reuniones y ante vosotras cederán sus puestos de honor las altas autoridades de la Comunidad, de la Ciudad y del Estado. Se trata, como comentaba antes, de un reconocimiento público que no acepta comparaciones.

Toda una ciudad rendida ante una mujer joven, cuya autoridad nadie discute en la semana fallera y de quien no importa su condición, clase social, gustos o idearios.  Se le nombra para ser la única reina de las fiestas y durante su reinado se le concede preferencia y prioridad. Un reinado que, al menos desde que yo tengo memoria, siempre se ha ejercido con prudencia y con mesura, en las más diversas circunstancias.
Valencia siempre se ha sentido orgullosa de sus falleras mayores, porque todas ellas supieron responder siempre a su nominación con la máxima dignidad y la mayor calidad humana. María Pilar Giménez Santamarina, Fallera Mayor de 2010 y que, como es lógico, se encuentra hoy presente en este acto, estará recordando todas las emociones que sintió hace aproximadamente un año y todas las experiencias y vivencias que le ha proporcionado su reinado durante los pasados doce meses.
Nuestra joven y bella Fallera Mayor 2011, Laura Caballero Molina, desde que nació hace 23 años, ha sido fallera de la Falla Carrera Malilla/Ingeniero Joaquín Benlloch.  Su padre preside esa Comisión desde hace 6 años y su madre es la Tesorera, además de haber sido la primera fallera infantil que se censó en esa Falla.
Su única hermana, María, que es periodista y algo mayor que Laura, también ha sido fallera toda su vida. Juntas se han encargado de las obras de teatro que iban a concurso; las escribían y dirigían a medio centenar de niños. Es decir, la familia de Laura Caballero Molina, como tantísimas familias valencianas, respira, vive y siente la Fallas por todos los poros de su piel.
Ese tremendo poder de atracción que ejercen las Fallas entre quienes las vivimos con pasión, hace que la figura de quien las representa se vea agrandada, querida y reconocida en todos los actos. Las pocas veces en que me ha resultado materialmente imposible estar en Valencia por San José, he tratado de confortarme con las imágenes de la televisión, los comentarios de los periódicos o las crónicas telefónicas de algunos amigos.

Y, siempre se ha centrado la atención en las falleras mayores.
La sugestión que me provocan las Fallas, me ha llevado a rechazar cualquier tipo de compromisos personales o profesionales durante la tercera semana de marzo, para estar presente durante esos días en mi ciudad de Valencia. Y eso me ha obligado, frecuentemente, a tener que explicar por qué no aceptaba en esas fechas un concierto o unas clases. 

.- "Es que son fallas", decía yo.  

.- ¿Y qué son las fallas?, me han preguntado más de una vez. 
No les deseo a mis enemigos mayor suplicio que el de tener que explicar en la Embajada finlandesa de Sudáfrica, o en una sala de ensayos de Salzburgo o de Ucrania, el complejo entramado de celebraciones, símbolos, atuendos y actos que constituyen las fiestas de Fallas. Son dignas de ver las caras de asombro de un asiático, un africano, e incluso de un alemán o un inglés, cuando se les detallan la Cridà, la despertà, la plantà, l'Ofrena, la Mascletà o la Cremà.
Con un poco de paciencia, llegan a comprender que aprovechando el buen clima y la llegada de la primavera, los carpinteros valencianos de hace trescientos años limpiaran sus talleres y sacasen a la calle los tablones, virutas y enseres obsoletos para prenderles fuego.  Entienden que alguien gastara bromas al encontrar parecido con algún personaje a ese conjunto de restos y que, desde entonces, se procurase amontonarlos de forma que se asemejaran a las personas a las que se quería criticar.
Lo que ya no resulta fácil, es tratar de ligar esas inocentes alegorías con las monumentales esculturas falleras de hoy en día; es difícil que entiendan la incruenta pelea entre los cientos de comisiones para lograr el reconocimiento popular hacia su falla; no se comprende que se levanten casi 390 fallas mayores y otras tantas infantiles que paralizan prácticamente el tráfico rodado en toda la ciudad; se asombran de que ese esfuerzo se haga con dinero privado recaudado con tesón durante todo el año y que se gasten decenas de millones de euros para quemarlos en la noche de San José, que ni siquiera es el patrono de la ciudad.

Al explicar por qué tenía que venir a las Fallas, siempre entendieron con facilidad los castillos de fuegos artificiales; pero, personalmente, me las he visto y deseado para detallar lo que es una mascletà. ¿A quién y cómo se le puede explicar que medio millón de personas se agolpen y apretujen hasta el último rincón de las calles confluentes en la Plaza del Ayuntamiento, y aguanten a veces temperaturas bastante incómodas,  para asistir, desde el día 1 de Marzo y hasta el 19,  a las dos de la tarde en punto, a una sucesión de estallidos de pólvora que levantan el asfalto y retumba en los edificios durante seis o siete minutos?.
He tratado de explicar cómo la preparación cuidada de esas explosiones permite alcanzar una determinada musicalidad y que el juego de sus intensidades y sus ritmos constituye una obra única e irrepetible, digna muchas veces, del más prestigiado compositor. 

.- ¿Con petardos?, me preguntaban asombrados.  
Y yo volvía a tratar de explicarlo una y otra vez con el mismo escaso éxito que si lo dijera en mandarín. Y elogiaba el gusto innato del pueblo llano de Valencia, que sabe distinguir con precisión una mascletà de otra y que no duda en pasear a hombros por toda la plaza al pirotécnico cuya obra les gusta, o en recriminar sin disimulo a quien lo hace de forma desvaída, sin ritmo y sin gracia.
En muchas ocasiones, estando en Valencia en Fallas, se me ha preguntado a través de todos los tipos de medios de comunicación, qué pensaba de la mascletà y siempre he intentado explicar que es una obra musical-rítmica y que, como cualquier otra obra musical, ha de tener una estructura. Las obras musicales nacen, crecen, se desarrollan, alcanzan un punto culminante y desde este climax, descienden hasta que concluyen.
Dicho de otra manera, van eliminando poco a poco la tensión que han creado, hasta el fin. Todo contraste en música crea tensión. Un piano súbito o un fortísimo súbito,  crean tensión, porque generan un contraste, una sorpresa. En Música no existe "lo mismo". La Música se desarrolla en el tiempo y el tiempo es inaprensible e irrepetible. La repetición en Música, sirve para crear y eliminar tensión y con todos estos medios una mascletà puede ser genialmente estructurada o fallar en su proceso a lo largo de su corta vida, lo mismo que le sucede a cualquier obra sinfónica.
Los que sí creo que se han entendido siempre, han sido mis comentarios sobre la ofrenda, (actos comunes a casi todas las creencias y culturas); aunque pensaban que debía ser un exagerado cuando les hablaba de las decenas de miles de personas que participan en ella, y de que había que emplear más de un día para completar el manto floral de la Virgen.
Lo de los casals, las barracas, los cánticos y la algarabía que domina la ciudad, es fácil de explicar y de entender; pero, al ser músicos buena parte de mis interlocutores, siempre me preguntaban de dónde diablos surgían tantos intérpretes para conseguir las casi 400 agrupaciones musicales que diariamente se pasean por las calles acompañando a sus respectivas comisiones.
Y, naturalmente, nadie entiende la cremá. Detallar que los cientos de miles de ojos que se reúnen esa noche en Valencia fijan su atención en la forma en la que cada monumento fallero arde,  se dobla y cae..., y que si lo hace bien y pronto la gente se pone a aplaudir y a gritar... y que si se quema mal se pita y protesta... y que todos cantan al final el mismo himno... y que a las pocas horas, toda la ciudad está completamente limpia y se trabaja y actúa como si no hubiese pasado nada... Eso, por mucho que uno se esfuerce, no hay manera de que lo entiendan.
Otro aspecto, en el que reconozco que siempre me he sentido muy limitado, ha sido el de describir con un mínimo de detalle los diferentes atuendos que componen el vestido de gala de las falleras. En todos los países hay trajes regionales, que tienen relación directa con la historia y las costumbres de sus habitantes.
Para evitar la comisión de errores que, en el caso de los trajes femeninos podría haberme hecho  incurrir con facilidad en el ridículo, he preferido siempre mostrar alguna fotografía de mi esposa o de mis hijas vestidas de labradoras. E indefectiblemente, cuando las contemplaban, con ojos de admiración y asombro no podían evitar decirme.

.- Este es el traje de la reina de las fiestas, ¿verdad?.
Y resultaba divertido ver cómo se pasmaban en un suave "crescendo", cuando les explicaba que, con pequeñas variaciones, era así como iban vestidas las miles de componentes de todas y cada una de las comisiones y que la mayor parte de las mujeres y niñas valencianas tenía, por lo menos, un traje similar en su casa.  Ellos se sorprendían al calcular que lo que resultaba era más de medio millón de trajes con sus damascos, brocados y espolines compitiendo en riqueza y en belleza sólo en la ciudad… 

.- Eso demuestra, -comentaban-, que Valencia tiene que ser muy rica.
Y a mí me ha hecho reflexionar muchas veces que, ciertamente, hay distintos signos, entre los que el traje de labradora es uno más, que señalan a Valencia como una tierra rica, desprendida y generosa. Y solidaria también.  De las muchas fiestas importantes y reconocidas que se celebran en España, y entre las que no pueden faltar  los Sanfermines, la Feria de Abril, las verbenas madrileñas o las fiestas del Pilar; las Fallas destacan por ser las únicas que comprenden e involucran a toda la ciudad, sin importar la edad, el sexo o la clase social a la que se pertenezca.

Es la
democratización y la universalización de unas fiestas. Los niños visten igual que los mayores, tienen sus fallas, sus comisiones y sus falleras mayores infantiles. Las comisiones más ricas alternan con las de los barrios más humildes en condiciones equitativas; todos aspiran a los premios en sus categorías respectivas en términos de igualdad y con idéntica ilusión.
Además, con mucha frecuencia, las fallas más admiradas y concurridas, las más ingeniosas y los llibrets más divertidos y sugerentes, no son los de mayor presupuesto ni los de los barrios más acomodados.
Por todo ello, porque siento, quiero y admiro las Fallas y el espíritu fallero, he tratado de contribuir con mi entusiasmo a inocular por medio mundo el interés por las Fallas.  Y curiosamente, me he encontrado en muchas partes a falleros de corazón, no siempre nacidos en Valencia, que sentían una pasión similar a la mía y que, en ocasiones, tenían mejor documentación sobre las Fallas que yo mismo. 
Uno de ellos, gran amigo y valenciano consorte, al comentarle que me habían honrado proponiéndome para ser el mantenedor de la proclamación de Laura como fallera mayor de 2011, me preguntó si sabía que la primera fallera mayor de Valencia se proclamó en Madrid.
Y yo me sonreí convencido de que se trataría de un chiste...  Pero no. Efectivamente, según he podido documentarme después, fue el 25 de enero de 1929, en la sede madrileña del diario ABC, cuando se eligió a Pepita Samper como Señorita España, entre un total de veintiséis candidatas de todo el país. Pepita Samper tenía 21 años y era una guapa valenciana que estudiaba piano.
Ella fue la primera española que ostentaba un título de belleza, a juicio de un jurado compuesto por intelectuales de la época, entre quienes se encontraba el pintor Manuel Benedito y el escultor Mariano Benlliure. Tras ser elegida Señorita España, Pepita Samper optó a Miss Europa y, al entender los valencianos como una arbitrariedad el que no se le concediera ese título, la acogieron con un cariño especial y le hicieron presidir buena parte de los actos falleros.
Y, si no estoy mal informado, Pepita Samper tiene hasta una calle en Valencia, que lleva su nombre. Ella fue, por decirlo de algún modo, tu primer referente, Laura. Y fíjate en el dato de que era estudiante de piano. ¿Tendré que repetir la inseparable ligazón que une a esta tierra nuestra con la música y la pintura?.
Este año de 2011, el mundo entero conmemora el segundo centenario del nacimiento de Franz Listz. Aquel genial intérprete y compositor austrohúngaro quien, además, fue el suegro de Richard Wagner, de quien yo he dicho muchas veces que habría sido un entusiasta fallero. Franz Listz llegó a decir que "La música es el corazón de la vida. Por ella habla el amor; sin ella no hay bien posible y con ella todo es hermoso".
Yo he pasado casi todos mis años dentro de ese corazón de la vida que es la música. Mis referentes se relacionan siempre con datos y hechos musicales. Y en los lugares más recónditos del mundo, me he encontrado con músicos nacidos o formados en Valencia.  Es como si con el despertar puntual del azahar se embebiera de música el aire de toda Valencia y nos empapase a todos. Se que tengo algunas de las virtudes y todos los defectos propios de mi "valencianía" y vivo con ellos y para ellos.
Entre las virtudes está la de vivir rodeado de música, como espero que hagas tú, querida Fallera Mayor. Porque a partir de hoy, Laura, tus días van a verse impregnados de pólvora y de música. Quizá en algún momento haya algo de música más… digamos… más seria, pero sobre todo serán pequeñas formaciones, humildes bandas las que jalonen cada uno de tus recorridos.

C
on ellas disfrutarás de la musicalidad alucinante de l'Entrà de la Murta; vivirás el compás solemne de El Fallero; te acompañarán con palmas armonizadas mientras suena Paquito el Chocolatero o verás brillar los ojos a los compases del pasodoble Valencia del Maestro  Padilla.
Tendrás tu propio himno oficial, que es el que compuso para la Exposición de 1909  el maestro Serrano, con texto de D. Maximiliano Tous y que luego se adoptó como Himno Regional, en el que se proclama sin cicaterías ni provincianismos, que nuestra Valencia supo triunfar para ofrendar nuevas glorias a España. Por cierto, con motivo del Centenario del estreno del Himno de la Exposición, tuve el honor de estar involucrado en dos actos muy importantes.
El primero fue en Diciembre de 2008, cuando grabé el Himno Regional en el Palau de les Arts "Reina Sofía", con la Orquesta y Coro de la Generalitat Valenciana y con Plácido Domingo como solista. Hicimos dos versiones en Valenciano y Español y fue grabado por Canal 9, aunque todavía no he tenido ocasión de escuchar esas grabaciones.
El segundo acto, tuvo lugar el 22 de Mayo de 2009 en el Paseo de la Alameda; el mismo día en que se cumplía el Centenario y en el mismo lugar en el que se había estrenado cien años antes. Una comisión mixta Generalitat-Ayuntamiento, nombró como responsable del acto a Doña Inmaculada Tomás, Directora del Instituto Valenciano de la Música.
Con mucho trabajo y una fe inagotable, ella consiguió reunir a 1909 actuantes, entre cantantes e instrumentistas, que acudieron de todos los puntos de la Comunidad a través de la Federación Regional de Coros y de la Federación Regional de Sociedades Musicales, sin olvidar a los dolzainers i tabaleters y a la Escolanía de Nuestra Señora de los  Desamparados, agrupación que también había participado en el estreno de 1909.
Con todos ellos y con el tenor valenciano Vicente Ombuena como solista, tuve el privilegio de dirigir el Himno en sus dos versiones y de emocionarme en valencià y en castellano. En esos momentos, querida Laura, me sentí un privilegiado en mi propia tierra valenciana.
A tí, a partir de hoy, la música te acompañará con marchas y pasodobles por calles y por plazas y tendrás que mantener la compostura en circunstancias fatigosas y durante los actos más diversos en los que serás recibida al impresionante son de nuestro Himno.
Te aguardan, querida Laura, junto a tu Corte de honor, los días más importantes e inolvidables de toda tu vida. Cuando termines tus estudios es probable, y yo lo deseo fervientemente, que consigas destacar en tu carrera de Magisterio e, incluso, es posible que logres desarrollar algún procedimiento novedoso, como fisioterapeuta, que merezca un reconocimiento general; pero el hecho que marcará tu vida, el bendito estigma que se adherirá a cada rincón de tu biografía, será el hecho de que en Enero de 2011, fuiste proclamada "urbi et orbi", como Fallera Mayor de Valencia.

Hoy, comienza tu reinado. Disfrútalo y demuestra con tu actitud de cada día que lo merecías.
Felices Fallas, Visca València, Visca Espanya y moltes gracies.

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